Quimey ¿Qué tenés en la cabeza?

Ante todo, un mundo mítico donde se cruzan sonidos, luces, ecos de viento. Es un espacio onírico donde pueden librarse las más crueles batallas, los más amplios destinos, donde se hallan resueltos, sin mucho alarde, complejos enigmas.

Por eso no puede responderse esa pregunta. Hacerlo sería banalizar la cosa. Hacerlo sería matar el símbolo, profanar lo oculto.

Pero de una cosa sí estamos seguros: lo que tiene Quimey en la cabeza nos devolverá el futuro perdido.

También, en su cabeza está:
El fuego que todo lo consume, que enciende susurros en la noche estrellada.
La firme obstinación que agita la certeza como una antorcha azul.
Los enigmas antiguos y las combinaciones que abrirán la puerta.
Aquella lágrima gris que conmueve a los dioses.
La esperanza afilada, como afilada es la duda, que le arrebata algún nombre al horror.

Entonces, teje, construye:
Que puede deletrearse el murmullo del viento jugando en las hojitas.
Que es posible contar las estrellas que se ven de este lado del globo, en ciertas noches. Que la plegaria, fruto de una injusticia, sigue perturbando a algunos dioses despiertos.
Que unas palabras bien dichas, el poema exquisito, pueden conmover la corteza del miedo.

Juan Bernal