Crónicas de Purmamarca
Crónica urgente del corte.
Purmamarca.
Parte I
…ahora ve y escríbelo…
Juan Gelman
«Negros de mierda, vayan a laburar! Ojalá que los caguen a tiros a todos!»
Viernes 21 de Julio. 13.30 hs.
Ruta 9.
Un sol abrasador.
35 días de corte.
«La tele miente. Dice que somos piqueteros», dice Hortensia Colque de 56 años. Está presente en el corte desde el 17 de junio, primer día de protesta.
Hace 35 días.
Hace 35 días, las comunidades originarias mantienen este y otros cortes en defensa de la vida. En defensa del agua, para ellas, para sus hijos e hijas, para su pueblo. Repudian la nueva reforma constitucional hecha a medida de las grandes multinacionales y explotadoras del litio. Repudian al gobierno de Morales, que a sangre y fuego ya ha prometido la muerte y desaparición de decenas de militantes.
«La gente está más segura acá en el corte que en sus casas», dice un joven que asegura que la policía de Morales va casa por casa a detener ilegalmente a los campesinos de las comunidades.
Hace justo 10 años que visito este pedacito de tierra. Este pedacito de tierra que hoy está en el centro de la escena, en el centro de la lucha. Mientras preparo mi mochila en una fría Buenos Aires pienso que, este año, tiene mucho más sentido que nunca venir. Que, tal vez, pueda servir para contar esto que está pasando desde la voz y el rostro de los que padecen estos feroces atropellos a sus derechos más elementales.
«No se dan cuenta que hoy es Jujuy, mañana toda Argentina». Lo dice con voz quebradiza, con una dignidad plantada. De pie. Hortensia tiene dos hijos. Uno de 17 años, otro más chico. «Estoy acá por ellos y por todos. Yo ya soy grande, ya no cuento. ¿Pero ellos? Esto es un plan criminal.» Vive en una comunidad pasando Tilcara. «Catorce horas a pie para llegar hasta acá y acá me quedo, nadie me mueve.»
Cuenta que Morales manda infiltrados todos los días. Para provocar. Armó su policia en loa cerros para enfrentar a hermanos contra hermanos.» Es un plan siniestro. Estamos viviendo una dictadura. Nadie sabe lo que se vive acá», dice con voz cortada.
Mientras converso con gente del corte pasan algunos autos. Algunos levantan el puño en señal de apoyo. Otros, los menos, frenan para insultar. Levantan en alto el dedo mayor en clara provocación.
Otros, directamente y sin escrúpulos, les desean la muerte bajo las balas de Morales. Es eso. Hay una humanidad partida. Es el discurso de odio introyectado en el alma. Repetido y retransmitido por los medios de comunicación hegemónicos: ya no se expresa un desacuerdo. Se desea la eliminación del otro.
Hortensia me da un folletito que explica la lucha. El viento sopla arremolinado.
-¿Te quedás acá en el corte muchos días más, Hortensia?» – le pregunto al alejarme.
– «Es lo más sagrado que he aprendido de mis antepasados: a luchar. Y eso no me lo quita nadie».
Juan Bernal | Julio 2023
Parte II
«Buscar cada mañana
y hallar las sobras
con que subsistir un día más.
Saber al despertar
que en esta maleza legal
no existen los derechos.
Experimentar por años
que nada mejora,
todo va peor.
La humillación de no ser capaz
de cambiar casi nada,
y de aferrarse al casi
que conduce a otra espera.
Creer las mil promesas
que inexorables se alejan
de tu lado, de los tuyos.
El ejemplo de aquéllos
reducidos a escombro por resistir.
El peso de los tuyos asesinados,
un peso que cancela
para siempre la inocencia,
porque son tantos.»
John Berger
Abra Pampa
2 am
La Brigada de Investigaciones patea la puerta de un ranchito.
Buscan a un niño de 9 años. Dicen haberlo visto en el corte y lo buscan para interrogarlo.
Viernes 21 de Julio.
Mientras escribo la Parte I de estas crónicas me llega información de represión en el corte.
«Todos los días, Morales envía gente a provocar y matar», me había dicho Hortensia. Ayer tuvo su cuota.
Son las 18.50. Un grupo de unas 20 personas llega al corte. Dice el más bravucón: «Si Morales no hace nada, vamos a hacerlo nosotros». Mientras empiezan a correr las maderas y las piedras que forman la humilde barricada.
Hay odio en su mirada. Hay resentimiento, dureza. Algunas mujeres gritan, se resisten, forcejean.
Como a la hora y media llega gendarmería. Solo puede adivinarse un resultado sanguinario. «Solo eso saben: pegar hasta matar», dice una joven que había visto ayer.
No tengo conmigo mi computadora. Nunca pensé que sería tan difícil escribir una crónica urgente desde el celular. Las palabras, prestas a salir, se anudan en los dedos pulgares. Se traban en el teclado mínimo como si quisieran pasar por una puertita pequeña, empujando todas juntas.
Domingo 23 de julio.
La mañana está fresca. Voy al corte.
Sobre la ruta 9, dirección Tilcara-San Salvador, se encuentra uno de los cortes de ruta antes del puente.
-Buen día, mi nombre es Juan. Quisiera hacerle una breve entrevista a alguien…
– Hable conmigo, pues.
– ¿Cómo es su nombre?
– Tupac
Debe tener entre 50 y 60 años. La piel curtida, la mirada intensa. Coloca sus manos por detras del cuerpo y empieza.
Hace un recorrido histórico desde el Primer Malón a este Tercero. Cuenta las causas, las consecuencias. También el perverso plan de Morales y la ilegalidad de todo lo hecho.
-El martes sale el Tercer Malón para Buenos Aires. Buscamos que caiga la reforma- dice con la mirada fija en el horizonte.
Habla de las empresas chinas que extraen el litio y solo dejan un 3% para la Nación. Habla de la falsa promesa de progreso y trabajo para las comunidades originarias. Habla del agotamiento de las fuentes de agua dulce. Habla de una reforma ilegal e inconstitucional.
Desde el inicio de las protestas hubo 3 intentos violentos de desalojo, 35 detenidos y desaparecidos, gente que literalmente fue y es cazada por la policía y la Brigada de Investigaciones, vejaciones, torturas.
Tupac aclara la voz.
«Para terminar queremos que se sepa: nuestra protesta es pacífica. No somos ni kirchneristas, ni de izquierda, ni piqueteros. La comida con la cual sobrevivimos viene de las comunidades y de la solidaridad de la gente. Aquí nadie cobra planes.
Y que todos sepan: Jujuy está siendo un ensayo de lo que quieren para el país como lo fue Tucumán en la dictadura.»
El viento nos azota en la cara. Se oyen conversaciones, gritos, alguna discusión.
«Vamos a seguir hasta las últimas consecuencias: hasta la intervención de la provincia y la caída de la reforma. Sólo estamos pidiendo que se cumpla la Constitución Nacional».
Parte III
La Partida.
«Reír nos hizo invencibles.
No como las que siempre ganan,
sino como las que nunca se rinden.»
Frida Khalo.
Llegó el día. Es hoy.
Martes 25 de Julio.
Tac. Tac. Tac.
Un hachero parte maderas.
Las cocinas empiezan a humear.
Llegó el día. Es hoy.
Es la crónica más urgente que me tocó escribir. Vuelvo del corte y escribo. Frenético.
Hace menos de dos horas partió el 3er Malón de la Paz hacia Buenos Aires. Frente al Congreso el 1 de Agosto, día de la Pachamama, pedirán tres cosas: la intervención federal de la Provincia de Jujuy, la sanción de una ley de propiedad comunitaria para los pueblos indígenas y la declaración de inconstitucionalidad de la Reforma de la Constitución Provincial.
«Despedimos a nuestros hermanos y hermanas que salen para Buenos Aires. Vamos con ustedes. Nos llevan con ustedes. Acá nos quedamos, resistiendo», grita un referente de las comunidades.
Llegan las comunidades de Abra Pampa. Imponentes. Cincuenta y cinco miembros. Todo es ritual. Hay alegría en el aire. Nos inundan los abrazos, los saludos.
Llegan desde lejos. Siempre llegan.
Siempre están llegando.
Los sikuris redoblan la euforia, grito en cuello: «Cuánto cuesta, cuánto vale, nuestra Pacha. No queremos lastimarla, por eso no nos callamos más. Cómo no voy a luchar, cómo no voy a marchar si nos quitan los derechos. Por eso no nos callamos más.»
Las comunidades que ya están en el cruce de Purmamarca les dan la bienvenida. Eran el último grupo que faltaba. Se dicen unas palabras y el malón avanza hacia los micros. Se abren paso, marchan por la ruta. Los cerros retumban, el sol brilla más fuerte: lo enciende todo.
Los sikuris suenan, ancestrales. Entramos, todxs, en un trance: «Dicen que los del norte somos callados. Pero cuando nos joden, nos levantamos. Libres o muertos. Jamás esclavos».
Libres o muertos: jamás esclavos.
El trance se agudiza. No sentimos frío. No hay pena. No hay males.
El Malón es un solo grito. Son miles de puños alzados. Cientos de whipalas al viento. Es una Epifanía.
Los micros avanzan. Una caravana los sigue. Los que quedamos seguimos cantando. Estamos acá. Pero no.
Cae el sol. Valerio continúa agitando su whipala mientras los autos pasan tocando bocina en señal de solidaridad.
-Tengo 89 años. Estoy aquí desde el primer día del corte. En Buenos Aires, nuestros hermanos triunfarán. Todo esto no puede ser para nada- me dice con voz muy bajita.
Vamos a triunfar.